lunes, 5 de abril de 2010

El tacto, un sentido que nos hace lentos


Somos más lentos respondiendo a los estímulos táctiles que ante los estímulos percibidos por el resto de los sentidos. ¿Por qué? La razón no es tan sencilla como podría parecer a primera vista y no se debe a razones meramente "mecánicas" ya que la retina del ojo es más lenta en convertir los estímulos en señales neurales que lo que es la piel. Los psicólogos opinan que la explicación podría radicar en los mecanismos de la atención. Quizás no estamos suficientemente entrenados para mantener nuestra atención focalizada en los estímulos táctiles como lo estamos para responder ante el resto de los estímulos que nos llegan por los otros sentidos.

Ahora Connell y Lynott, investigadores de la Universidad de Manchester, han añadido nueva leña al fuego mostrando que la desventaja táctil también se extiende al campo conceptual: somos más lentos en reconocer palabras que se asocian con los estímulos táctiles que aquellas relacionadas con las estimulaciones visuales, sonoras, olfativas o gustativas.

Los participantes debían mirar una serie de palabras que aparecían en un monitor, después de cada palabra debían presionar un botón siempre que la palabra en cuestión estuviese relacionada con la modalidad táctil (un ejemplo de palabra utilizada para establecer la relación fue: comezón).

La misma tarea se repitió pero en esta ocasión los participantes debían presionar el botón solo si la palabra se correspondía con la modalidad visual. Así, se establecieron tres bloques más de palabras correspondientes al resto de los sentidos: el olfato, el gusto y la audición; de forma que la persona debía reaccionar únicamente cuando la palabra se imbricaba con el sentido específico que se le señalaba.

El resultado no dejó lugar a dudas: los participantes eran más lentos en responder ante las palabras relacionadas con la estimulación táctil. Este hecho se manifestó aún cuando las palabras se presentaron a 17ms, una velocidad demasiado rápida como para ser detectada a nivel consciente pero suficiente como para provocar una respuesta precisa.

Para despejar aún más las posibles dudas metodológicas, los investigadores repitieron el experimento pero en esta ocasión, en vez de presionar un botón las personas simplemente debían responder ante la palabra adecuada de forma oral (con un micrófono). Los resultados no variaron.

Finalmente se diseñó un último experimento donde las palabras presentadas expresaban una mezcla de cualidades táctiles y visuales (como por ejemplo: peludo y puntiagudo). Los resultados se mantuvieron invariables, cuando las palabras tenían un componente táctil la respuesta de los participantes era más lenta.

Los investigadores hipotetizan que esta desventaja podría deberse a razones filogenéticas: cuando los hombres debían sobrevivir en un medio hostil (remontándonos a miles de años atrás), los sentidos más necesarios eran la vista, el oído e incluso el olfato mientras que el tacto quedaba relegado a un segundo plano. Además, recordemos que ante los estímulos táctiles más "peligrosos", usualmente respondemos de manera espinal; esto quiere decir que ante un pinchazo o una quemadura respondemos de manera refleja retirando la zona dañada de la fuente de dolor antes de que medie la comprensión de que sucede (antes de procesar a nivel cerebral la situación en su totalidad). Quizás la rapidez refleja de respuesta ante el peligro ha hecho que no sintamos la necesidad de procesar a nivel cortical los estímulos táctiles con la misma velocidad con la cual procesamos el resto de los estímulos que nos llegan a través del resto de los sentidos.

Fuente: http://rincon-psicologia.blogspot.com

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