domingo, 9 de mayo de 2010

10 Mitos desmentidos cientificamente

1. El agua cae en sentido contrario en el Hemisferio Sur debido a la rotación de la Tierra


La rotación de la Tierra es demasiado débil como para afectar al sentido en el que gira el agua mientras cae en un sumidero. Cualquiera puede comprobarlo fácilmente con tan sólo abrir los grifos de varios cuartos de baño. En cada lugar verá como el agua forma remolinos a uno u otro lado dependiendo únicamente de la forma del lavabo, no del hemisferio donde se encuentre.

2. Los seres humanos solo usan un 10% del cerebro


Este difundidísimo mito lleva ya casi un siglo dando vueltas incluso en los medios. Afortunadamente no es cierto. Las técnicas de investigación por imágenes tales como la Resonancia Magnética Nuclear han demostrado que los humanos hacen buen uso de la corteza cerebral incluso cuando duermen . Es totalmente falso que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Útilizamos el 100%, eso sí, no de forma simultánea. (De hecho, sólo en grandes ataques epilépticos es cuando se puede llegar a utilizar el 100% del cerebro al unísono). Al igual que pasa con nuestros músculos, utilizamos las regiones del cerebro según la actividad que estemos realizando. A mayor complejidad, mayor uso del cerebro. Los incontables TACs y resonancias magnéticas que se han hecho para estudiar la actividad eléctrica a lo largo de décadas así lo demuestran.
Quizás una de las razones por las que surgió el mito fue que algunas personas tergiversaron la afirmación de que utilizamos el 10% de nuestro cerebro de forma consciente, mientras que el 90% restante es inconsciente (se encarga de tareas como controlar las pulsaciones del corazón, el peristaltismo intestinal, la dilatación o contracción de las pupilas, etc). Al final se trastocó todo eso y quedó como el mito de ahora.
Si la afirmación del 10% fuera cierta, ante la más mínima lesión cerebral se produciría la muerte, y eso no es así. Cuando hay una lesión, y si ésta es pequeña, las zonas colindantes de la región alterada intentan compensar la pérdida de función mediante un procedimiento lento de plasticidad neuronal. Además si sólo utilizáramos el 10% seríamos vegetales o estaríamos muertos. Nadie puede vivir con ese porcentaje de actividad cerebral.

3. Un pollo puede vivir sin cabeza


Cierto, y además durante bastante tiempo. Un gallo puede sobrevivir sin cabeza debido a que su tronco cerebral queda a menudo practicamente intacto tras degollarlo, puediendo aún controlar por si mismo la mayor parte de sus habilidades motoras. El famoso y robusto pollo Mike consiguió vivir durante 18 meses.

4. En el espacio no hay gravedad


La culpa de esta frecuente equivocación es por la imagen que tenemos de astronautas flotando dentro de una nave espacial. Cuando un objeto (un satélite, una lanzadera) se encuentra en órbita, no está en estado de ingravidez (puesto que la gravedad sí actúa) sino en estado de caída libre. Esto quiere decir que dicho objeto en realidad está cayendo hacia la Tierra, pero como su velocidad tangencial es tan alta, el suelo se “curva” más rápido, y por tanto el objeto nunca llega a tocar el suelo. La gravedad está en todas partes, incluso en el espacio. Tampoco es cierto que el espacio sea un vacío. Hay toda clase de átomos allí fuera, si bien, a menudo muy distantes.

5. Una moneda lanzada desde lo alto de un edificio podría matar a una persona


Una moneda pequeña, como la de 5 céntimos de euro, no es precisamente el arma más aerodinámica que existe. Debido a su forma y a la fricción del viento tan sólo conseguiría alcanzar la velocidad suficiente (incluso siendo arrojada desde lo alto del Empire State Building a 381 metros) para apenas causar escozor al desafortunado peatón.

6. En el cerebro adulto no se generan nuevas células


Siempre se ha aceptado que cada humano nacía con un número determinado de neuronas que iba perdiendo a lo largo de la vida sin posibilidad de repuesto. Es cierto que la mayor parte (y más importante) del desarrollo del cerebro ocurre durante la infancia, pero eso no significa que todo sea cuesta abajo a partir de entonces. Los estudios han demostrado que incluso los más mayores son capaces de generar nuevas células cerebrales durante, y que éstas funcionan correctamente. Trabajos posteriores están encontrando que el ritmo al que se generan las nuevas neuronas puede ser influenciado por factores ambientales. Por ejemplo, el estrés inhibe la formación de neuronas. Estos descubrimientos están cambiando la manera de pensar de los neurólogos sobre el sistema nervioso, y sobre posibles futuras intervenciones para tratar la pérdida de neuronas debido traumas, infartos o enfermedades como esquizofrenia o autismo.

7. Los hombres piensan en sexo cada siete segundos


Los varones, en términos de evolución, vienen genéticamente programados para reproducirse, pero no existe método científico alguno para poder medir cuánto tiempo del día lo gastan fantaseando. Afortunadamente para la productividad mundial, esos siete segundos parecen sólo una burda exageración, ¿verdad?

8. Un rayo nunca cae dos veces en el mismo sitio


De hecho los relámpagos tienen sus lugares “predilectos”, especialmente en los sitios a gran altura. Por ejemplo al Empire State Building lo atinan unas 25 veces al año. Benjamin Franklin entendió el concepto hace mucho tiempo. Se encaramó con una barra de metal sobre el tejado de su casa, al que unió hasta tierra mediante un cable conductor. Acababa de inventar el pararrayos.

9. El caldo de pollo cura el resfriado común


Quizá usar la palabra “curar” sea exagerado, pero la ciencia opina que las madres de todo el mundo hacen bien cuando obligan a sus hijos a tomar sopa de caldo de pollo. Los estudios han encontrado que el caldo contiene propiedades antiinflamatorias que ayudan a reducir la congestión.

10. El cabello y las uñas siguen creciendo después de muerto


Aunque el pelo y las uñas parecen continuar creciendo después de la muerte, ésta es meramente una morbosa ilusión óptica. En la muerte el cuerpo humano se deshidrata severamente, retrayendo la piel lo suficiente cómo para exponer las uñas y el pelo más de lo habitual.

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